domingo, 27 de julio de 2008

Tinto de verano

Un par de sucios váteres de gasolinera, un necesario peaje, depósito y medio de combustible, cerca de 700 kilómetros, unas lavadoras perfectamente separadas por colores, devolver las maletas al trastero, abrir toda la correspondencia (facturas y publicidad básicamente) que se acumulaban en el buzón, una visita al Carrefour para callar el eco de la nevera y una obligada ducha ha bastado para ver como todos los granitos de arena que aún permanecían pegados a la planta de los pies, ocultos entre los dedillos, escondidos entre las raices de cada pelo... me abandonaban desapareciendo por el sumidero.

Tan solo queda volver a programar el despertador para que suene puntualmente mañana por la mañana y todos los tintos de verano en la playa a cualquier hora del día, las papas aliñás y las tortillitas de camarones, las visitas a los Caños de Meca, a Tarifa, a la Pequeña Lulú... Las noches de Conil, el atún cocinado de todas las maneras imaginables, los chiringuitos, los dyc-cola sobre la arena de la playa a la luz de la Luna, el no levantarse antes de las doce, las puestas de sol desde la Jaima... habrán pasado a la parte de atrás de mis neuronas.

¡Qué calor que hace aquí!
Comenzamos de nuevo...

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