Tras fermentar la resaca durante todo el fin de semana y conseguir reconstruir la parte de la noche que no se ha llevado mi, cada vez más preocupante, amnesia etílica, me siento capacitado para reconocer que el viernes sobreviví a una nueva edición de la tradicional e institucionalizada
Cena de Navidad de los Calaveras. Un año más, los cuatro
Peter Panes de la noche dimos buena cuenta de la mariscada que, como cada año, nos depara la
Pulpería Caracolería de Nuestra Señora de Fátima, 55.
En el turno de las 23.00 y tras el reencuentro y las cañas de rigor en barra, mientras dejaban libres las mesas los del turno de las 21.00, pasamos al viejo comedor en el que hace años celebramos la primera cena y desde cuya televisión vimos en otra ocasión el Windsor arder. El restaurante dispone de otro comedor desde que hace tres años dobló su su extensión tirando el muro que lo separaba del local contiguo, supongo con el consentimiento vía compra o alquiler del dueño del mismo.
Una vez sentados en la mesa elegir es sencillo: la especial de la casa para cuatro personas con sus tres grandes jarras de cerveza será nuestro reto. No quiero pensar cómo hubiésemos acabado la noche si en vez de la cerveza hubiésemos tirado por las 3 botellas de
Armonioso que el menú incluiría en su lugar.
De entrantes: una de caracoles, otra de lomo, el pulpo de la casa, una ración de calamares y otra de queso manchego hacen que acabemos con las existencias de pan y con la primera de las jarras de cerveza. La segunda viene acompañada de la parrillada de marisco, este año sin mejillones ni chirlas –que la crisis ha llegado también a la marisquería–. Y para terminar, antes de los bombones helados y los chupitos, la tercera jarra con una bandeja de lomo con patatas encargada de proteger nuestros estómagos de cara al garrafón que nos bombardeará en cuanto nos levantemos de la mesa.
A partir de ahora, la resaca está firmada. Un taxi se encarga de dejarnos en Ruíz, 20, atravesamos la puerta del
Colonial en cuya barra de abajo nos espera David con el objetivo de que nos tomemos las 3 primeras, creo, y su clásico
Tía María con Jack Daniel's, tan asqueroso como de costumbre, consiguiendo las primeras muestras extremas de exaltación de la amistad. De ahí en adelante, las piernas empiezan a tomar vida propia y hacen lo posible por alejarnos de la cama como destino aconsejado, nos montan en otro taxi y tras serios problemas de vocalización conseguimos continuar la noche por Huertas.
Qué no beberíamos en Torero para terminar llegando en repetidas ocasiones a la fase "me sobra el dinero, a esta invito yo" ocasionando las dos primeras bajas y dejándonos al poco tiempo a los dos de siempre, copa frente a copa, con las luces del garito encendidas e intentando responder a la clásica pregunta ¿Qué queda abierto ahora? Una larga y poco prolifera ronda de reconocimiento por calles llenas de zoombies terminan por hacernos entrar en razón y fijar el GPS hacía casa, no sin serios problemas por mantener el equilibrio.
Ya por la mañana, mientras mi cuerpo convertido en alambique destila todo lo bebido, me juro no volver a beber así en mucho tiempo.
Uf!!! y pasado mañana Nochevieja!!!
La Pulpería Caracolería tiene una relación calidad-precio muy aceptable y se encuentra en Avenida Nuestra Señora de Fátima, 55, Madrid. Teléfono 91 525 02 20. Y te ofrece mariscadas especiales desde 55 euros la de dos personas, 79 la de tres, hasta 156 la de seis.
Si te gusta el marisco, también puedes visitar la Marisquería Riveira do Miño donde encontrarás menos cantidad con algo más de calidad a un precio muy similar. Se encuentra en Santa Brigida, 1. Teléfono 91 521 98 54.