Hoy he vuelto a comprobar que al igual que Jim Carrey yo también tengo mi propio show con mi propio círculo de actores, un puñao de personajes que me acompañan según cuáles sean mis previsibles movimientos. Y al igual que Bill Murray, mi día a día no deja de ser una vulgar copia de todo lo sucedido el anterior.
Salvo en contadas ocasiones en las que el sistema se estropea, como cuando Metro de Madrid impide que coja el mismo tren a la misma hora y que el mismo recorrido tenga la misma duración, cambia poco más que la fecha impresa en la portada del ADN o el ¡Qué! que me reparten en Atocha cada mañana.
Así que espero llegar pronto al final del plató, antes que me acomode, me acostumbre a esto y termine mañana volviendo a escribir este mismo post a la misma hora, desde el mismo Mac y después de haber vuelto a vivir otro día casi igual, porque... ¿y si no hay mañana? Hoy no lo ha habido.
En fin, por si no nos leemos mañana: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.
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