viernes, 30 de mayo de 2008

Lío entre operadoras

Nada más salir del metro recibí una llamada en la que una sugerente voz se interesaba por quedar conmigo esa misma tarde. A pesar de mi negativa inicial, terminé cediendo ante la excusa de una caña rápida por el centro, al fin y al cabo mi mujer se había ido a pasar la semana con su madre y los niños a la playa y mi único plan era sentarme delante de la tele a ver CSI Las Vegas. Minutos después me encontraba saboreando su boca ante la puerta del restaurante en el que, la desconocida y yo, acabábamos de cenar.
Ya por la mañana, mientras me vestía, no pude contener más mi curiosidad y le hice la pregunta: "Por qué yo". Llamé a  mi novio y un mensaje de su compañía de móvil me dijo que estaba ocupado. Poco después recibí un SMS, esta vez de tu operadora, en el que me decía que tu número ya se encontraba disponible. Así que te llamé.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Cuenta atrás

Todos nuestros teleoperadores están ocupados me insistía el ordenador cada treinta segundos desde el otro lado del teléfono una y otra vez. Y yo, de los nervios, perdido en medio de esa montaña junto a la cabaña que había alquilado para pasar el fin de semana en Santa Coloma de Andorra, con mi última rayita de batería a punto de desaparecer y sin ninguna otra opción que seguir escuchando ese repetitivo hilo musical.
No fue hasta cuando ya creía que la energía de mi Nokia estaba a punto de extinguirse, cuando se me ocurrió pronunciar la frase dar de baja en el servicio. Inmediatamente, el responsable superior del área en el que me encontraba se pudo poner al aparato para que yo, después de responder algunas preguntas, consiguiera mi propósito. Eran las 23.05 y mi voto para Rodolfo Chikilicuatre había entrado a tiempo antes de que se cerraran las líneas.

martes, 27 de mayo de 2008

Ambiciones...

La ambición es el último refugio del fracaso.

Oscar Wilde

lunes, 26 de mayo de 2008

Cinco minutos más

La intensidad de este fin de semana cargado de copas, comidas, risas, sorpresas, resacas, una comunión, una cena animando a Chikilicutre en casa de unos amigos y alguna que otra hora para dormir, me ha dejado sin tiempo para escuchar mi dosis semanal de Calamaro, así que para que la semana que empieza no me pase lo mismo... pues "Cinco minutos más".


domingo, 25 de mayo de 2008

Descongelando ilusiones

Siempre que voy a hacer la compra termino llenando la cesta con más comida de la que realmente necesito. En ese momento mi apetito culinario es incapaz de no sentirse atraído por el aspecto, el frescor y el sabor que tendrá una vez haya sido lentamente cocinado y servido, con un buen vino, a la luz de unas velas.
Así que, en cuanto llego a casa, guardo aquello que no podré consumir próximamente en alguno de los cajones del congelador, esperando que se conserve en perfecto estado hasta que llegue la ocasión en la que tomarlo.

Algo muy parecido me ocurre con muchos sueños e ilusiones que, por unas cosas u otras, el momento en que los deseo no es el mejor para saborearlos. Razón por la que termino almacenándolos en uno de los cajones de mi mente con la esperanza de que, sin que se estropeen ni se olviden, algún día llegue la ocasión de cocinarlos y hacerlos realidad.
Y lo bueno de este sistema, es que a pesar del tiempo transcurrido todo se mantiene igual, con la misma frescura y la ilusión intacta, esperando esa mirada de complicidad que te indica que es el momento de descongelarlo y disfrutarlo. Y qué rico sabe entonces.

jueves, 22 de mayo de 2008

Naces, creces, te reproduces...

Cuando eres pequeño estás deseando ser mayor para que te dejen salir fuera del patio en la hora del recreo. Para que los mayores no te peguen ni te amenacen, para que en casa te compren la bici y te den permiso para salir con tus amigos hasta un poco más tarde. Para ver de una vez tu primera peli porno y para pasar el primer verano y la primera borrachera con tus colegas. Para dejar de tener la cara llena de granos con pus y para que se decida a terminar salir toda esa pelusilla que hoy es tu barba. Tienes prisa por empezar a salir con chicas y conseguir echar ese ansiado primer polvo, que según la media nacional que publican todos los periódicos ya vas con unos años de retraso.
Después quieres sacarte el carné, acabar los estudios e ir currando en algo para poder pagarte todos esos vicios que en casa ni se imaginan que tienes. Tener muchos ligues, a ser posible algunos a la par, aguantar y soportar sin tambalearte cuanto más alcohol mejor, conseguir entradas para el único concierto que tu grupo favorito da en España, llegar a casa a la hora que te de la gana, empalmar, amanecer en una playa a kilómetros de tu ciudad... 
Sueñas con tener tu propia casa, así que empiezas a ver pisos y decides que ya es hora de meterte en una hipoteca e irte a vivir con tu novia de toda la vida, esa que siempre ha estado ahí tanto en lo bueno como en lo malo. Piensas que te haces mayor pero no es verdad, aún te queda mucho por hacer, por eso te apuntas a un gimnasio para mantenerte joven y en forma a la vez que intentas hacer desaparecer esos michelines que cada día van a más, a la inversa que el pelo de tu cabeza que cada día va a menos. Cambias de coche, cambias las cañas por las visitas a Ikea y los garitos de copas por cenas en casa con los amigos, pero te sigues sintiendo joven. 
Entonces se te plantea la opción de tener, lo que se dice, descendencia. Vuelves a redecorar tu casa para hacerle un hueco en el lugar más cómodo. Vuelves a clase, ahora con la asignatura preparación del parto, dejas de visualizar números acabados en jpg para navegar por páginas que tratan de explicar lo que tu no ves en las ecografías. Carrera al hospital, nace, todo el mundo te felicita, volvéis a casa los tres, llora, te quita tus horas de sueño y, mientras lo acunas para que se duerma y te deje dormir los tres cuartos de hora que te quedan hasta que suene el despertador tienes un momento para pensar. Y te das cuenta de que ya has cumplido todo lo que eras capaz de imaginar que sería tu vida al comenzar este post. Y ahora, ¿qué?

Una del doctor House

La gente no cambia. Por ejemplo, yo sigo diciendo: la gente no cambia. Los alcohólicos siguen siendo alcohólicos, si no vuelven a beber en su vida es porque se mueren antes.

House, capítulo 12, 4.ª temporada

lunes, 19 de mayo de 2008

Ni Viagra, ni alargamiento de pene, ni nuevas relaciones

Esta mañana no tenía ningún SPAM en la bandeja de entrada de mi mail. Temo haber perdido mi identidad en el formateo producido este fin de semana por todo el garrafón que me han dado en las fiestas de Rivas.

viernes, 16 de mayo de 2008

Cuestión de marcas

No conozco la noche sin la compañía de mi Dyc con Coca-cola, ni Navidades sin bocata de calamares en la Plaza Mayor. Diez de mis doce perchas de vaqueros esconden la etiqueta roja de Levi's cosida a sus bolsillos y no tengo, ni en casa ni en la oficina, ojos para mirar un ordenador que no sea un Mac.
No hay disco de Calamaro que no haya comprado, ni desayuno que pase sin haber destapado mi bote de Cola-Cao. Nunca hubo otro móvil en mi vida que no fuese un Nokia conectado a Vodafone, ni zapping posible cuando Buenafuente, Jamie Oliver o los chicos de CQC están en la tele. En la carretera no puedo evitar el escalofrío que recorre mi cuerpo cada vez que me encuentro con un toro de Osborne, ni que en mi nevera falten unos cuantos botellines de Mahou 5 estrellas.
Sí, se puede decir que soy fiel.

martes, 13 de mayo de 2008

Barra libre

Hay bares que marcan. Y todos deberíamos tener una lista de favoritos. Inauguro esta sección para añadir los míos.

Algunos destacan por su música, otros por la gente que está detrás de la barra, por su personalidad y lo que te hace sentir cuando te encuentras en él. Los hay que simplemente lo hacen por su diseño y decoración, o por las horas que pasas en ellos. También están los que lo hacen por las tapas con las que acompañan las consumiciones, por los precios de las copas, por los cuerpazos que lo frecuentan o, cómo no, también los que destacan por su hora de cierre.

Este fin de semana descubrí uno más para mi lista particular. Se trata de "La casa de las tortillas", un garito muy conocido, (en el que aún no había estado nunca) que cuenta con la peculiaridad de que por 12 euros por persona tienes derecho a barra libre de bebida y, lo que es más sorprendente, de abundante comida.

Como encontrar mesa está complicado, optamos por hacernos un hueco en la barra y empezar la aventura. Para beber puedes elegir entre jarras de cerveza o de sangría que irán renovando según las vas apurando (las jarras son de un litro). En cuanto a la oferta gastronómica consta de raciones de tortilla, chorizo, oreja, carne con patatas, morcilla, pimientos de padrón, picadillo de chorizo... que aparecen consecutivamente en la barra o en la mesa según te las vayas apretando, hasta que digas "basta".

Conclusión: un buen punto de encuentro para quedar con los amigos a tomar las primeras cervezas a la vez que llenas el estómago. Piensa que en cualquier otro sitio, los 12 euros que aquí pagas se te irían en 3 cervezas y una única ración.

La casa de las tortillas
C/ Hartzenbusch, 6. Madrid (metro Bilbao)

domingo, 11 de mayo de 2008

En la carretera

De repente, la carretera se acaba en una ciudad en la que no te quieres entretener.
Hasta unos kilómetros atrás todo estaba correctamente señalizado para hacerte seguir comodamente el camino por el que ibas, pero ahora te encuentras perdido, dando vueltas por unas calles que desconoces. En busca de una rotonda que te descubra la señal que indica la dirección a seguir, pero nada. No la encuentras.

Así que continúas dando vueltas, parando en semaforos, girando por nuevas calles, entrando en callejones sin salida, dando marcha atrás, incluso recorriendo alguna que otra dirección prohíbida, a la vez que empiezas a agobiarte y a ponerte nervioso, desesperándote en un montón de dudas que no te explican cómo salir cuanto antes del laberinto en el que, sin querer, has entrado.

Es entonces cuando, a través de las ventanillas, comienzas a fijarte en los pequeños detalles que la ciudad esconde. Dejas de obsesionarte por buscar esa misteriosa salida y pasas a imaginar a los que allí viven, a observar las siluetas que ves en el interior de algunos bares que aún permanecen abiertos. Comienzas a reconocer algunas tiendas que también tienes en tu ciudad, marquesinas con la misma publicidad que te espera en tu barrio, clones de árboles, aceras, buzones... Pasas por alguna de las mismas calles que has recorrido hace tan solo un rato, observas los escaparates y los luminosos que aparecen a tu paso y te das cuenta de que esas ganas de salir de la desconocida ciudad empiezan a evaporarse entre tu curiosidad.

Paras el motor en una gasolinera. Te bajas del coche y según te acercas al mostrador empiezas a dudar entre preguntar cómo pillar la salida a la autopista o, simplemente, llenar el depósito y dejar que la aventura continúe.