jueves, 22 de mayo de 2008

Naces, creces, te reproduces...

Cuando eres pequeño estás deseando ser mayor para que te dejen salir fuera del patio en la hora del recreo. Para que los mayores no te peguen ni te amenacen, para que en casa te compren la bici y te den permiso para salir con tus amigos hasta un poco más tarde. Para ver de una vez tu primera peli porno y para pasar el primer verano y la primera borrachera con tus colegas. Para dejar de tener la cara llena de granos con pus y para que se decida a terminar salir toda esa pelusilla que hoy es tu barba. Tienes prisa por empezar a salir con chicas y conseguir echar ese ansiado primer polvo, que según la media nacional que publican todos los periódicos ya vas con unos años de retraso.
Después quieres sacarte el carné, acabar los estudios e ir currando en algo para poder pagarte todos esos vicios que en casa ni se imaginan que tienes. Tener muchos ligues, a ser posible algunos a la par, aguantar y soportar sin tambalearte cuanto más alcohol mejor, conseguir entradas para el único concierto que tu grupo favorito da en España, llegar a casa a la hora que te de la gana, empalmar, amanecer en una playa a kilómetros de tu ciudad... 
Sueñas con tener tu propia casa, así que empiezas a ver pisos y decides que ya es hora de meterte en una hipoteca e irte a vivir con tu novia de toda la vida, esa que siempre ha estado ahí tanto en lo bueno como en lo malo. Piensas que te haces mayor pero no es verdad, aún te queda mucho por hacer, por eso te apuntas a un gimnasio para mantenerte joven y en forma a la vez que intentas hacer desaparecer esos michelines que cada día van a más, a la inversa que el pelo de tu cabeza que cada día va a menos. Cambias de coche, cambias las cañas por las visitas a Ikea y los garitos de copas por cenas en casa con los amigos, pero te sigues sintiendo joven. 
Entonces se te plantea la opción de tener, lo que se dice, descendencia. Vuelves a redecorar tu casa para hacerle un hueco en el lugar más cómodo. Vuelves a clase, ahora con la asignatura preparación del parto, dejas de visualizar números acabados en jpg para navegar por páginas que tratan de explicar lo que tu no ves en las ecografías. Carrera al hospital, nace, todo el mundo te felicita, volvéis a casa los tres, llora, te quita tus horas de sueño y, mientras lo acunas para que se duerma y te deje dormir los tres cuartos de hora que te quedan hasta que suene el despertador tienes un momento para pensar. Y te das cuenta de que ya has cumplido todo lo que eras capaz de imaginar que sería tu vida al comenzar este post. Y ahora, ¿qué?

1 comentario:

Anónimo dijo...

En "La chica del puente" de Patrice Leconte. Adéle (interpretada por Vanessa Paradis) tiene una facilidad increíble para enamorarse de los hombres, sin embargo su suerte hace que no encuentre el amor de su vida, creyendo ser la desgracia de todo lo que ocurre a su alrededor.

En ella se da esta conversación demoledora:

–¿Como se imagina el futuro?
–No lo he pensado... Cuando era pequeña solo deseaba una cosa, crecer. Quería que sucediera deprisa. Pero ahora no sé para qué ha servido todo esto, no sé para qué, hacerme mayor…
El futuro es como una sala de espera, como una gran estación con bancos y corrientes de aire y detrás de los cristales un montón de gente que pasa corriendo, sin verme, tienen prisa. Cogen trenes, o taxis, tienen un sitio a dónde ir, alguien con quien encontrarse. Y yo me quedo, sentada, esperando…
–¿Qué espera?
–Que me ocurra algo.