
Tan solo queda volver a programar el despertador para que suene puntualmente mañana por la mañana y todos los tintos de verano en la playa a cualquier hora del día, las papas aliñás y las tortillitas de camarones, las visitas a los Caños de Meca, a Tarifa, a la Pequeña Lulú... Las noches de Conil, el atún cocinado de todas las maneras imaginables, los chiringuitos, los dyc-cola sobre la arena de la playa a la luz de la Luna, el no levantarse antes de las doce, las puestas de sol desde la Jaima... habrán pasado a la parte de atrás de mis neuronas.
¡Qué calor que hace aquí!
Comenzamos de nuevo...
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