jueves, 25 de septiembre de 2008

La resaca del concierto

Unas anotaciones más sobre el fin de gira:

Tiene sobredosis de repertorio magistral y sabe darle una vuelta de tuerca a sus clásicos, arreglos justos, eficaces. Es capaz de defenderse sin instrumento, sólo con Tito Dávila al piano. Llena el escenario. No es fénix porque, con todo, nunca hubo cenizas. Es más importante, más duro: un Prometeo que en la carrera de fondo ha logrado ganarle la batalla a los dioses. Gran Andrés. Siempre.


Andrés está en su mejor momento, no cabe lugar a dudas.


Salió, cantó y triunfó.


De mayor quiero ser Candy Caramelo. Quiero una correa de leopardo e ir a la izquierda de Calamaro en los conciertos.


El argentino comenzó alternando sus éxitos de siempre con las canciones del nuevo disco, La lengua popular, un gran disco poco conocido plagado de las canciones del Calamaro genuino, del Calamaro que ha vuelto a ser el rockero que fue.


Fue el campeón que todos estaban esperando. «Se puso las pilas», resumía uno de sus fieles.


La honestidad más brutal de un Calamaro reconvertido, incandescente e inagotable encima del escenario. Andrés esta en plena forma. Lo sabe. El Ave Fénix disfruta y su publico también.

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